martes, 30 de octubre de 2018

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Historia Corta


El pecado fue amar


Año 1970. Nace en un pueblo entre las montañas, en pleno invierno, Cristóbal, hijo de un policía y una ama de casa. Criado en la religión católica apostólica romana, Cristóbal vive día a día junto con sus tres hermanos. Núria, la mayor, Carla dos años menor que Cristóbal y Víctor, el pequeño de cinco años. Todo el mundo diría que aquel chico era normal y corriente, pero, desgraciadamente en aquella época, no lo era. Al cumplir los doce años Cristóbal se dio cuenta de que era diferente, sus amigos no paraban de hablar y fijarse de los desarrollados pechos de sus compañeras, mientras él, se fijaba más en sus compañeros. Un domingo, en la iglesia, después del sermón semanal,fue a preguntarle al padre.


-Ave maría purísima-Dijo Cristóbal arrodillado frente al confesionario.


-Sin pecado concebida-Contesta el cura. Al hacerlo, Cristóbal hace el signo de la cruz.-Dime hijo, ¿qué pecado has cometido?


-Padre, yo...creo que un demonio me ha poseído.-Dijo con un tono de voz algo agobiado.


-¿Por qué dices eso?-Susurró el cura.


-Todos los chicos de mi clase no paran de hablar de chicas, lo atractivas que son... Yo...no las encuentro como dicen. En cambio, encuentro bello a los hombres. Padre, ¿qué hago?-Suplicó por una respuesta.


Cristóbal al final no salió de la iglesia desilusionado, el cura sólo le dijo que era una fase, que rezará todas las noches y que el camino del señor era inescrutable. Y así lo hizo, creyó que sólo era una fase, rezó todas las noches hasta que, años más tarde, cuando Cristóbal tenía diecisiete años, conoció a Oscar. Un chico castaño de su edad, que tenía la misma enfermedad que él. Inevitablemente si fuera o no una prueba o un demonio los había poseído, Cristóbal disfrutaba de cada momento a solas que pasaba con Oscar. Las miradas, los besos, las caricias, los secretos que guardaban sólo los dos. El poder transmitir y confiar en alguien totalmente, era uno de los placeres que podía disfrutar en su censurada vida.


Un día, Oscar y Cristóbal quedaron en los baños , se miraron, sonrieron e impacientes comenzaron a besarse, desearse. Estaban tan concentrados en el uno en el otro que no notaron que el hermano de Oscar, Zacarías, había entrado, los había pillado metiéndose mano. Cristóbal poniendo contra la pared a Oscar, Zacarías pensó lo que cualquiera habría pensado en aquella situación. Que Cristóbal estaba forzando a Oscar. Sorprendido, furiosos y alterado se y acercó a Cristóbal que estaba de espaldas a él, con fuerza, lo agarró de la camisa que llevaba puesta y lo separó de Oscar. Acto seguido empezó a golpearlo, insultarlo, Cristóbal sólo pudo aguantar el dolor y Oscar quedarse callado sin poder defenderse.


-¡Sucio sodomita!-Pateó Sacarlas en la cara de Cristóbal.-¡Te voy a matar, maricón de mierda!


Volvió a patearle. Zacarías se sentó sobre él a horcajadas y empezó a propinarle puñetazo tras puñetazo a diferentes partes de la cara. Cristóbal sólo pudo gritar y llorar. Minutos más tarde apareció una avalancha de alumnos del colegio atraídos por los gritos.


-¡¿Qué estás haciendo bruto?!-Intervino Núria al ver a su hermano de esa manera.-¿Se puede saber que le haces a mi hermano?-Exigió saber alterada.


-¡¿Qué crees que hago?! Matar a este endemoniado sodomita que casi viola a mi hermano.-Explicó igual de alterado. Núria miró a Cristóbal para que le negara lo que Zacarías había dicho pero su boca dolía, le había roto dos o tres dientes, su boca sangraba.


Núria dejó de mirarlo, sus manos fueron a su boca, y en unos segundos al borde de las lágrimas, dio media vuelta y se marchó.


Cristóbal siguió siendo el saco de boxeo no sólo de Zacarías, sino también de sus tres amigos, hasta que se cansaron, no pararon de golpearlo sin piedad. En aquel baño fue abandonado, malherido, no sólo por Zacarías y sus amigos, sino por el que creía que era el amor de su vida, Oscar, por su familia, y sobre todo por Dios. Desde que aquel cura le dijo que rezara, lo hizo. Fue un buen alumno, un buen hijo, un buen hermano.¿Entonces por qué sufrir de esa manera? El dolor era insoportable, le costaba respirar. No sabía cuánto tiempo siguió en aquel frío suelo, tampoco podía levantarse, su vista se nubló. Pasaron horas y Cristóbal dejó de respirar. Murió en aquel solitario baño. Su pecado, fue amar.

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Capítulo uno:





En ese instante, unos toques procedieron de la puerta. Por un momento pensó en su hija, pero era imposible ya que su padre, Atfachí, se la arrebató. Quiso odiarlo por eso y desear nunca haberse casado con él, pero no pudo. Sólo a través de ese odioso matrimonio nació Kara. Los golpes en la puerta persistieron, suspirando Mahila dejó el libro en la estantería se dirigió a la puerta cuando repentinamente una visión la invadió. Una visión de su futuro, una visión de su muerte. Con el corazón acelerado y el pulso descontrolado, buscó un arma, cualquiera para poder defenderse.


—Querida, ¿qué te toma tanto tiempo? ¿No has escuchado la puerta? —Dijo Atani, la Reina Madre, su suegra, su demonio personal y su futura asesina. Como si estuviera en su casa entró pese a que la dueña de la casa aún no le había dado permiso para entrar. Si lo hubiera hecho el día anterior podría haberla detenido incluso unas horas. En ese momento Mahila solo podía aguantar.


—Deseo que la noche le sea afortunada Reina Madre —Saludó con una falsa sonrisa. —¿Qué le trae a mi humilde morada?


—No veo a tu doncella, Mahila. —Observó Atani con sus ojos negros recorriendo toda la casa. Si alguien viera cómo vivía la actual consorte del rey y la antigua reina del continente más poderoso se hubiese desconojonado vivo ahí mismo. La estancia que llamaba casa no tenía habitaciones, la cocina, la cama, el baño y el salón, todo quedaba a la vista. Por un momento la consorte se sintió desnuda. El día anterior podía llamarse reina y ocultarse tras joyas y ostentosas telas en una palacio bañado de riquezas exquisitas que los reinos colindantes solo podrían soñar. En ese momento la Reina Madre era testigo de la humildad a la que había sido relegada.


—Volverá enseguida, Reina Madre. No os preocupéis por su ausencia.


—En ese caso, quiero una taza de té caliente Mahila. Y deprisa, una Reina Madre no puede esperar ni a una consorte. —Sus palabras eran dagas que se clavaron en el corazón de su nuera. Había dolido. No lo mostró. Con una sonrisa superficial la nuera fue a hacer el té. Mientras tanto la suegra habló despacio y con tranquilidad en una silla frente a la mesa esperando su té. —¿Sabes, Mahila? Me duele en el alma lo que te ocurre. Sabes que te quiero como una hija. Has cuidado del Rey y me has bendecido con la princesa Kara. Has sido la mejor reina que has sabido ser y no mereces un final así. Enclaustrada en una casa sin habitaciones y tan solo con una doncella. No es final para una reina. —Al dirigirse a la cocina buscó un cuchillo, un tenedor, cualquier cosa que sirviese como arma. Su suegra iba a matarla pero no podría hacer ningún movimiento brusco o sospecharía. Solo tenía hasta que el té terminase de calentarse. —El té está suficientemente caliente Mahila.


Mahila se dio la vuelta y se dirigió a la pequeña mesa dónde estaba su suegra sentada. Para su sorpresa tenía el libro de cuentos de su hija, el que acababa de coger, en sus manos.


En los escasos minutos que había tardado en hacer el té no había escuchado pasos, tampoco le hubiese dado tiempo en ir a la estantería cogerlo y volver a su sitio sin que ella se hubiese dado cuenta. Nuera y suegra se miraron.


—Aquí tiene su té Reina Madre. —La consorte no miró directamente a los ojos de su superior y le entregó una taza de porcelana sobre un pequeño platillo.

—Kara te hecha de menos. Pregunta por ti todos los días. Está muy preocupada por tu estado de salud. —Sus ojos negros miraban la tapadera del libro. No era nada especial. —Su cuento favorito es el del caballo ¿verdad? Un caballo que nace sin una pata. No entiendo el motivo de que le guste. Ese caballo debería haber muerto al instante en que nació sin pata. —Tras decir esas palabras Mahila se dio cuenta. En su visión vio cómo ella se desmayaba y la vida se alejaba. Pero no había sangre ni nadie intentando estrangularla por lo que sólo le quedó una opción, el veneno. Pero cómo envenenarla si la que tomó té no es ella. Por un instante subió su mirada y se dio cuenta.

Enlace:

Mi historia, extracto.

                   
HOLA






Aquí tenéis un pequeño adelante de mi historia





Alejo no podía creerlo, en aquella oscuridad por fin pudo averiguar la identidad de la persona que había estado cinco años buscando, estudiando, rastreando... y había estado cinco años a su lado, en su cama, en casa de sus padres... en su corazón. El shock de lo ocurrido impidió ver cómo su antiguo amante se acercaba a él. Cada paso que daba estaba acompañado del eco en esa lluviosa y fría noche en una habitación vacía, donde en un futuro se llenaría de muebles pertenecientes de una familia feliz, mientras que en ese instante, las paredes incoloras eran testigos de lo que sucedía.


—Ale. —Susurró su amante en un tono íntimo, como si lo que acababa de descubrir no fuera nada, como si en ese instante pudiesen simplemente volver a su casa y pasar una noche de arrumacos y pasión desenfrenada.


Brais cerca de su novio se tranquilizó al ver que no se alejaba de él. Suavemente le acarició el brazo llegando lentamente a su mano dónde estaba la pistola. Sobresaltado, Alejo dio unos pasos atrás aún con la pistola en su mano derecha, temblando apuntó a su objetivo. Brais.


—Ale — Repitió del mismo tono de voz que antes como una oración que rezaba que le perdonase, pero ¿cómo hacerlo? Su mano temblaba mientras la incertidumbre de lo que siguiese a continuación lo llenaba de terror y un pánico que en sus 35 años jamás había experimentado. Brais repitió su nombre una vez más acompañado de un pequeño paso acercándose al armado. Aterrado, Alejo dio otro paso atrás sin dejar de apuntar a su novio.


—¡Cállate! —Gritó rabioso. Brais en la penumbra decidió levantar sus manos. A pesar de la escasez de luz se podía afirmar que no llevaba armas por lo que no podía disparar. —Date la vuelta. — Ordenó firmemente.






Inmediatamente le hizo caso. Alejo se acercó con las esposas para detenerle. Su corazón iba a mil por hora, pero por fuera se veía calmado y autoritario, cosa que a Brais le enfureció. Cuando notó el metal en una de sus muñecas hizo un giro y empujó al policía. La pistola calló al suelo y Brais la alejó con el pie lejos de su novio.


—No vas a detenerme. —Declaró Brais calmado.


—Eres un asesino. —Afirmó Alejo a dos metros.


—Todos tenemos defectos. —Dijo con ironía, se notaba en su voz que no creía que fuera un defecto.


(esta parte es solo un trozo del prólogo)

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Frase


Libros

-¿Qué son los libros? 


-Son mundos llenos de vida.


-¿Qué dices? No hace falta leer para vivir.


-Tampoco se necesitan las fiestas para ligar, ni beber para divertirse ni ir a la escuela para aprender. Pero aún así lo hacemos.


-Entiendo que digas que te puedes divertir con un libro, incluso que puedas aprender de él, pero dudo que puedas ligar con un libro
.

-Con eso te equivocas. Ver a un total desconocido con tu libro favorito sentado en alguna parte devorándolo, es como si el universo te gritara, tienes que conocerle.