HOLA
Aquí tenéis un pequeño adelante de mi historia
Alejo no podía creerlo, en aquella oscuridad por fin pudo averiguar la identidad de la persona que había estado cinco años buscando, estudiando, rastreando... y había estado cinco años a su lado, en su cama, en casa de sus padres... en su corazón. El shock de lo ocurrido impidió ver cómo su antiguo amante se acercaba a él. Cada paso que daba estaba acompañado del eco en esa lluviosa y fría noche en una habitación vacía, donde en un futuro se llenaría de muebles pertenecientes de una familia feliz, mientras que en ese instante, las paredes incoloras eran testigos de lo que sucedía.
—Ale. —Susurró su amante en un tono íntimo, como si lo que acababa de descubrir no fuera nada, como si en ese instante pudiesen simplemente volver a su casa y pasar una noche de arrumacos y pasión desenfrenada.
Brais cerca de su novio se tranquilizó al ver que no se alejaba de él. Suavemente le acarició el brazo llegando lentamente a su mano dónde estaba la pistola. Sobresaltado, Alejo dio unos pasos atrás aún con la pistola en su mano derecha, temblando apuntó a su objetivo. Brais.
—Ale — Repitió del mismo tono de voz que antes como una oración que rezaba que le perdonase, pero ¿cómo hacerlo? Su mano temblaba mientras la incertidumbre de lo que siguiese a continuación lo llenaba de terror y un pánico que en sus 35 años jamás había experimentado. Brais repitió su nombre una vez más acompañado de un pequeño paso acercándose al armado. Aterrado, Alejo dio otro paso atrás sin dejar de apuntar a su novio.
—¡Cállate! —Gritó rabioso. Brais en la penumbra decidió levantar sus manos. A pesar de la escasez de luz se podía afirmar que no llevaba armas por lo que no podía disparar. —Date la vuelta. — Ordenó firmemente.
Inmediatamente le hizo caso. Alejo se acercó con las esposas para detenerle. Su corazón iba a mil por hora, pero por fuera se veía calmado y autoritario, cosa que a Brais le enfureció. Cuando notó el metal en una de sus muñecas hizo un giro y empujó al policía. La pistola calló al suelo y Brais la alejó con el pie lejos de su novio.
—No vas a detenerme. —Declaró Brais calmado.
—Eres un asesino. —Afirmó Alejo a dos metros.
—Todos tenemos defectos. —Dijo con ironía, se notaba en su voz que no creía que fuera un defecto.
(esta parte es solo un trozo del prólogo)
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